Después de un viaje profundo a través del Ecstatic Dance, el cuerpo se encuentra abierto y receptivo. Es aquí donde comienza la magia del círculo de canto. Al abrir nuestras voces, también abrimos nuestros corazones, liberando emociones y sentimientos que a menudo permanecen atrapados en nuestro interior. Cantar nos ayuda a expresar aquello que las palabras no siempre pueden transmitir, creando un puente entre nuestra esencia y el mundo exterior. Es un acto de vulnerabilidad y poder, donde cada nota resonante se convierte en una llave para desbloquear el corazón y conectar con nuestra verdad.

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Cantar en círculo después del Ecstatic Dance nos sumerge en una profunda conexión con el grupo. A través del entrelazado de voces, sentimos la unidad y la presencia compartida, derribando barreras y construyendo puentes invisibles entre los corazones. La vibración colectiva de nuestras voces crea un campo energético que nos sostiene, nos eleva y nos recuerda que no estamos solos. Juntos, tejemos una red de apoyo y amor que trasciende las palabras, donde cada voz importa y cada canción es un acto de pertenencia.